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miércoles, 25 de enero de 2012

►Bridget Hooker





Testimonio de una aventurera graduada en lenguas extranjeras en la famosa Universidad de Stanford, que ha recorrido el mundo como becaria en Argentina, secretaria de la embajada del Perú en la ex Unión Soviética y funcionaria de la embajada norteamericana en Moscú. Es difícil creer que ha sufrido tanto en la vida, incluso desde el vientre materno, cuando su madre intentó acabar con su vida varias veces.

Una pelea por teléfono

A Bridget no se le había pasado nunca por la cabeza que la habían intentado abortar cuando se encontraba en el vientre materno. Y aunque de niña presentaba los temores y fobias comunes en los niños que han sobrevivido a un aborto, jamás se le había ocurrido pensar que éstos tenían como raíz su dramática llegada al mundo.

Quizás la entonces sobresaliente estudiante jamás se hubiera enterado de que era una sobreviviente del aborto si no fuera por el inesperado desenlace de una de las frecuentes –y brutales– peleas telefónicas entre sus padres divorciados.

En una de aquellas incontables ocasiones, cuando Bridget tenía 18 años, su padre al otro lado de la línea decidió "demostrarle" cuán "perversa" era su madre –en el tristemente clásico esquema de divorciado de volver a los hijos contra el excónyuge– haciéndole una revelación: "tu madre cometió un aborto ". El mensaje era claro: tu madre es mala. El padre sabía que tocaba un punto sensible: el comentario del enardecido padre equivalía nada menos que a un torpedo en la línea de flotación de la imagen materna.

Bridget estaba acostumbrada a la relación disfuncional entre sus padres, que se habían divorciado cuando ella tenía ocho años, pero que a pesar de la violenta separación, en vez de distanciarse e ignorarse –como cualquiera esperaría– se seguían viendo y llamando por teléfono con la excusa de coordinar detalles de los hijos, pero en la mayoría de ocasiones para agredirse y pelear ásperamente.

"Fue un divorcio muy amargo y aún hoy, lamentablemente, mis padres siguen siendo enemigos brutales, aunque no peleen como antes", dice Bridget, que en 1999 cumplió 34 años.

Sin embargo, esa llamada por teléfono, que nuevamente la tenía a ella en el medio de una batalla verbal, no era "más de lo mismo". La información la dejó totalmente sorprendida y, por unos segundos, totalmente muda.

"La revelación de mi padre me sorprendió mucho y después de una pausa, le pregunté como si no hubiera entendido: ¿cómo?".

"Sí, es verdad", contestó su padre. "Tu mamá tuvo un aborto cuando tenías 4 años. Pregúntale a ella".

Bridget no recuerda si colgó el teléfono o simplemente dejó el auricular, pero recuerda que entre asustada y sorprendida, fue corriendo donde se encontraba su madre, para preguntarle si es que era cierto lo que el padre le había dicho.

Su madre abrió primero unos enormes ojos y luego, pasando violentamente de la sorpresa al dolor, rompió en un llanto imparable y le confesó que era verdad.

Hablando entrecortadamente, le confesó: "Cuando tú tenías algunos años, tu papá me obligó a ir a tener un aborto en Nueva York, porque vivíamos en Chicago y en Chicago en esa época el aborto era ilegal", relató la madre, entre lágrimas.

También le contó, profundamente dolida, que había pensado que, abortando, tal como le pedía el esposo, ella salvaría un matrimonio que ya venía naufragando desde hacía algunos años, pese a un auspicioso noviazgo que nunca habría hecho pronosticar el final.

Bridget se mostró comprensiva y acogedora –en última instancia, ya no era una niña–, pero no podía dejar de pensar en el hecho de que un aborto había puesto fin a la vida de un eventual hermanito o hermanita menor.

"Yo siempre le digo a los jóvenes que mi mamá pensaba que con el aborto lograría salvar un matrimonio que ya iba mal", dice Bridget, recordando aquella conversación, "pero lo curioso es que ella siempre me dice que después de ese aborto se dio cuenta que ya no había ningún futuro para ellos y para su relación de esposos". Lo que parecía una solución, terminó siendo, así, el puntillazo de muerte del matrimonio.

Los recuerdos de Marlene, la madre de Bridget, del episodio de aquel aborto eran terribles, y se reflejaron aquel día de la confesión a su hija. Entre sollozos le contó cómo tenía aún en la memoria el episodio. Estaba sola, asustada y aturdida, y sangraba tan profusamente que la hemorragia consecuencia de la operación mal realizada casi le cuesta la vida.

Marlene le relató también que, justo antes de subir al avión para ir a Nueva York, donde le realizarían el aborto, llamó a su propio padre y le dijo: "Mi esposo me dice que tenga un aborto, ¿lo hago?". El propósito de la llamada era evidente. Como una mujer inerme arrastrado a un abismo, buscaba una rama psicológica, alguna saliente afectiva de la cual asirse para no caer. Pero no la encontró. Su propio padre le dijo: "bueno está bien, es algo fácil". Y Marlene tomó el avión que la llevaría al callejón sin salida.

"Fue evidente para mí que ella no lo hubiera hecho de no ser por la presión de mi papá y también comprendí que lo hizo pensado que la iba a ayudar en su matrimonio, porque ese tipo de decisiones no eran parte del carácter de mi madre", comenta hoy Bridget.

Ese mismo día –el día en que Marlene confesó el aborto a Bridget–, madre e hija hablaron por mucho tiempo, en un tono cada vez más calmado. Y fue allí cuando la madre decidió confesarle algo más, que resultaría aún más sorprendente y chocante para Bridget, pues se refería a ella directamente. "Mi madre me confesó que, cuando estaba embarazada esperándome a mí, mi papá también estaba muy enojado con su embarazo, y esa fue la primera vez en que la había obligado a abortar". Marlene, después de algunos tímidos intentos, cedió a la presión, y decidió someterse a un aborto para eliminar la vida de Bridget cuando recién comenzaba en el vientre.

Un hombre solitario y celoso

Pero para comprender lo desconcertante de ese doloroso episodio, Bridget dice que es necesario volver atrás, y conocer la historia de sus padres.

El Padre de Bridget, Peter Hylak, –que hoy es un buen amigo de ella– era un hombre de una vida disciplinada, dura y solitaria, que había estudiado durante 6 años ingeniería química en su natal Chicago, con excelentes calificaciones y un rendimiento sobresaliente. Era un "alumno modelo", pero a la vez, el típico estudiante solitario e introvertido.

Según relata Bridget, Peter posiblemente encontró en el estudio un refugio frente a la realidad de una familia no unida, de padres trabajadores y poco comunicativos, en el que incluso la madre estaba siempre ausente, en el trabajo.

"Según mi padre –relata Bridget– cuando él llegaba de la escuela, incluso de niño, no había nadie que estuviera en casa para recibirlo. Él incluso tenía llave para entrar solo, hacerse o servirse su propia comida y ocuparse de diversas cosas domésticas como si en realidad viviera totalmente solo".

La familia materna de Bridget, en cambio, era diferente, casi podría decirse que lo opuesto. En efecto, la abuela materna era una persona sensible, amorosa y acogedora. Cuando Marlene conoció a Peter y comenzó con él una relación de enamorados, la cálida familia de su madre lo acogió plenamente en el seno familiar. "Mi padre alguna vez me confesó que sintió que por primera vez en su vida tenía una mamá al conocer a mi abuela", dice Bridget. "Hace algún tiempo me dijo que, pensando retrospectivamente, él cree que tal vez se enamoró más de la familia que de mi mamá, porque él tenía una vida totalmente opuesta, muy solitaria, con mucho éxito en los estudios pero sin amigos. Y eso de no tener amigos lo conserva incluso hoy", explica.

Y este hombre solitario que se sentía feliz al descubrirse por primera vez acogido en el seno de una familia, se embarcó entusiasmado en el matrimonio, y con un entusiasmo aún mayor, acogió el nacimiento de su primer hijo.

Sin embargo, una suerte de patología inesperada, alguna mezquindad oculta, afloró casi inmediatamente: la alegría se transformó en irritación y el entusiasmo en malhumor, en la medida en que Peter veía que la atención y el tiempo de su esposa se dividían para atender al recién nacido. "Creo que se puso celoso de mi hermano recién nacido, aunque no sé exactamente qué pasó", dice Bridget, que siempre reflexiona extensamente sobre las dificultades que enfrenta la mujer durante el embarazo y tras el parto; y sobre lo importante que es que el esposo, en vez de encerrarse en sí mismo, contemple esta compleja dinámica y aporte a resolverla con generosidad.

"Hoy –dice Bridget– mi esposo me da mucho apoyo con mis hijos, y el apoyo de un esposo durante el embarazo y después del parto es algo fundamental, porque se trata de un momento ciertamente hermoso, pero cargado de muchas cosas nuevas y de muchas dificultades", agrega.

"Los nueve meses de embarazo, especialmente la primera vez, cuando ves que tu cuerpo tiene tantos cambios, me han llevado a decir de broma que si yo pudiera prestarle mi embarazo a otra persona y esperar los 9 meses hasta que viniera el bebé, lo haría con gusto", dice Bridget con una sonrisa, comentando así el período que le tocó atravesar a su madre y que probablemente Peter no fue capaz de comprender en aquel momento.

"Pero justamente ese embarazo es el lazo que une a la mamá y al bebé de una manera tan especial", agrega, mientras pasa la mano delicadamente por su vientre que, con apenas tres meses de su cuarto embarazo, aún no revela la espera que concluiría felizmente a mediados de diciembre de 1999.

La Razón, 12 de enero de 2006

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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

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"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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